Gabriel es político. Aún no sé si uno elige una actividad por las características de su personalidad o es el quehacer de la tarea lo que termina de moldear al ser.

Un señor por demás correcto, ameno y algo impenetrable. Esa sensación de no saber nunca qué está pensando nos acompañó en todo el proceso.

Llegó a la oficina recomendado por otro político, abogado y constructor.

Recordar este proyecto nos interpela, el proyecto quedó en eso, un Proyecto. De él aprendimos que no siempre los trabajos se traducen en obras y que nuestro asesoramiento no atraviesa las decisiones personales y familiares, así como tampoco nos define en nuestra calidad profesional.
La casa, implantada en un terreno soñado en Campos de Roca, un barrio ubicado en la Ruta 2, fue diseñada en cada uno de sus detalles. Era una casa 360°. Diseñada en una planta para vivir él y sus tres hijos. La presencia del espacio verde era imponente y entonces tomamos dos decisiones importantes, una idea de que la casa agarre con decisión al terreno y además generar un patio que articule los espacios y que trajera en escala, un poco de lo verde al interior……. Desde ese centro vacío, como rayos en 360°, se diferenciaban áreas de acceso, de uno público, de la habitación en suite y del área de habitaciones de los niños.

Trabajamos mucho y es por eso y por el resultado, una casa maravillosa, que nos queda el sabor agridulce de no haber podido verlo materializado.

El destino de los proyectos no es nuestro y eso lo aprendimos de esta experiencia.

Un día Gabriel vino, se llevó el legajo no sin antes pagarnos hasta el último centavo de nuestra tarea profesional y cerró la puerta de la oficina.

Pasó un año, quizás un poco más, y me envió un mensaje contándome que vendía el terreno y nuestro proyecto, mejor dicho SU proyecto.

Fin.