El deseo de familia de nuestros clientes nos requirió imaginar una casa de quinientos metros cuadrados, si, quinientos. Una casa para una pareja joven, treinta y pico de años, muy jóvenes y sin hijos, pero con la ilusión de muchos.

De igual manera nos desafió a diseñar una casa con una estética muy distinta a la que de manera habitual proyectamos. Nos obligó a buscar bibliografía y “saber copiar”, como diría un gran maestro que tuviera en la facultad, -todo está inventado- decía, desde los griego en adelante, el ejercicio nos implica poder re versionar, tomar imágenes como punto de partida o conceptos que nos inspiren a crear. Este desafío nos confirmó lo que sabemos y que a diario debemos repetirnos, que las casas “son de los otros”, no obras de arte que alimentan nuestro ego…….

Así creamos Casa para tres, que hubiera sido para dos si no fuera porque en el transcurso del proceso de proyecto nos llegó la noticia de que el Número tres estaba en camino. La pareja joven ya estaba gestando su proyecto al tiempo en que en el estudio a penas se delineaban algunos bosquejos.

El Número tres nos acompañó en la panza de su mamá en la etapa gruesa de la obra para luego, gatear por escombros, latas de pintura y cables de diversos colores. Llegó a conocer nuestros nombres cuando estábamos en retirada, siendo uno más del staff.

El tiempo de la obra estuvo marcado por la llegada del N°3 a la familia. Nueve meses es tan poco, sobre todo pensando en que las obras llevan mucho más para una producción imperfecta.
Quien sabe cuántos seres habitarán los quinientos metros, si sabemos que la casa estará pensada para un largo plazo, luego el tiempo nos sorprenderá.