Las ideas generadoras de los proyectos tienen memoria propia y surgen de manera desordenada, muchas veces poco y nada tienen que ver con los metros cuadrados, la ubicación respecto del asoleamiento y las cuestiones funcionales sino que la inspiración llega desde imágenes o ideas que deben estar guardadas en la cabeza para aflorar con alguna buena excusa. Ese es el germen de estas casas.

Me gustan los juegos de puzzle.

Siete colores, siete fichas. Creo que ese es el número, he jugado al tetris hasta el infinito pero no estoy segura de la cantidad de colores y fichas que están en juego.

Si fueran 7, bastaría con apelar a la numerología para entender, desde la biblia en adelante, las 7 plagas de Egipto, las 7 maravillas del mundo, hasta la referencia del siete que divide a esta cuidad en dos hinchadas y una hazaña increíble.

El tetris es un juego en dos dimensiones, aunque hay una versión donde las piezas adquieren tres dimensiones y se apilan una sobre la otra.

Los volúmenes de ‟Las tetris” se apilaron uno sobre otro no sin trabajo y con ayuda de programas que nos ayudan a ver el mundo en tres dimensiones.

Cuando empecé la facultad, allá por el 1990, tuve que aprender a pensar en dos dimensiones, alguna idea tenía de mi paso por Bellas Artes, el secundario donde estudié y del que atesoro mucho más que las referencias del sistema monge. Pero decía que, representar en dos dimensiones la vida que vivimos en tres, requiere un poder de abstracción que solo se incorpora con práctica, y cuando ya lo tenía por demás adquirido apareció el famoso 3D con sus miles de programas para lograr volumetrías.
Este proyecto fue un ejercicio volumétrico que empezó como un juego y se volvió una tarea exhaustiva de trabajo en dos y tres dimensiones. En ello una mención especial para nuestro mejor calculista, El Ingeniero Morales, a quien le damos más de un dolor de cabeza pero que siempre interpreta lo que queremos lograr.

En otro orden de cosas, un dato importante para contar esta historia es que las casas no tenían dueño con lo cual nos obligaba a pensar en que fueran para casi todos….casi todas las familias, casi todas las parejas, casi todos quienes deciden vivir solos, que son empleados, que son artistas o empresarios, comerciantes o deportistas.

Una cantidad innumerable de variables.

Hacer una casa en la que pudieran “encajar”, como las piezas del tetris, cuantas variables como fueran posibles de familias con sus estilos de vida…. Casi un prototipo.

La mejor respuesta a la pregunta que nos hicimos estaba en la palabra de Cappelli, gran arquitecto y mejor profesor; ‟… el proceso de proyecto no tiene, entonces como objetivo, el convalidar un tipo sino precisamente, su devenir en otro, o la intención de uno nuevo… se debería enfrentar cada caso de proyecto con la intención de resolverlo ofreciendo un nuevo tipo”.

Las piezas del Tetris se acomodaron acompañando un nuevo tipo entonces, sin gente que nos contara de sus sueños y necesidades.

Cada una de las cuatro casas que proyectamos son distintas, como distintos son quienes hoy las habitan.

Diseñar casas para futuros habitantes siempre es un desafío.

Sus habitantes nos contaran si algo de lo que ellos buscaron para vivir lo vieron reflejado en una obra terminada que eligieron para vivir.